Dulce ella, esa serenidad, mi recuerdo, mi prima esa belleza interior, y exterior, rubia, con esos ojos azules, representaba esa debilidad y esa fortaleza a la vez, su nombre, Maribel, un cáncer, ese cáncer por el que luchaba se la llevó de la vida, a una edad joven, sin haber llegado casi a los cuarenta, dejó dos hijos, Ana, y Ángel, a unas edades de niños, para no perder a una madre, se quedaron con su padre, que un tiempo después, también se fue, quedaron sólos, el destino, y a ella la recuerdo, cada momento de mi existencia, era la alegría personificada, una luchadora, una valiente de su propio caminar, sabía ser, sabía estar a la altura de las circunstancias, ella parece que sabía que se iba a ir pronto, pero se sentía orgullosa, de ese trabajo como madre, echo a la perfección, tuvo ese corto caminar, ante una vida por delante, para disfrutar de sus hijos, de su esposo, de su familia, de sus amigos, pero Maribel, estaba destinada a partir a esa divinidad, dónde todos la llevamos en nuestro corazón, la recuerdo esa mañana en casa de la tía, con esa sonrisa siempre en sus labios, con ese rostro tan angelical, me decía este es mi destino, prima, hasta aquí voy ha llegar, ellos estarán bien, no os preocupeis, hoy son dos personas con esa entereza, con sus vidas, con sus parejas, con sus hijos, y con el recuerdo en su madre, en Maribel, mi dulce ella...Feliz martes, amigos de la Asociación, sin miedos, todo es empezar, por los que no están es la lucha, es el motivo.